4 may 2010

MIS MUÑECOS

No tengo suficiente sicología para remontarme a las suposiciones elevadas del pensamiento. Esto explica mis asuntos insignificantes, y porque ahora trato de resumir en cortas líneas la historia de mis antepasados. De esta tienda donde ellos permanecieron durante años y donde pasaban la mayoría de su tiempo manteniendo en orden cada muñeco que se encontraba en ella.
Mi abuelo y mi padrino que trabajaban en conjunto siempre me enseñaron a ver aquellos muñecos desde el punto de vista de un adulto, ósea que no los podía tocar o por lo menos no jugar con ellos. Debería tener a su parecer un punto de seriedad lo suficientemente elevada para poder ser una persona exitosa en la vida. Se expresaban de estos muñecos como si los mismos tuviesen vida propia, a tal punto de decir que a ellos debían la vida. En cierto sentido tenían razón pues los muñecos eran como su familia ya que con ellos pasaban la mayoría de su tiempo.Un día el abuelo decide marchar a un mundo lleno de colores y en donde la paz era mayor, quedando a cargo de la tienda mi padrino. El siguió cada instrucción y cada paso deseado y hecho por mi abuelo, llevando la tienda en orden y con plena organización. Mi padrino me enseñaba los pasos que él y mi abuelo habían de realizar a la hora de ubicar los juguetes en cada sitio. Los más importantes se solían colocar en los lugares de mayor visión ya que estos eran los más pedidos por los niños o los adultos, entre ellos las muñecas de porcelana, de trapo entre otros. Los menos pedidos eran llevados al señor Jonriberto quien laboraba en la tienda hace ya muchos años y el cual se encargaba de repararlos o transformarlos en muñecos de mayor atracción. Pero lo que no entendía hasta aquel momento era ¿porque si aun yo era un niño no podía jugar como cualquier otro?, con aquellos juguetes que tanto llamaban mi atención y en los que no dejaba de pensar ni un momento. Así fueron pasando los años, mi abuelo me fue enseñando cada día más como era el asunto en aquel negocio. Una mañana desperté decidido a entrar en la tienda y jugar un rato mientras Jonriberto transformaba a los otros juguetes, pero al verlo lo note preocupado y entre el interés por saber que le pasaba y el de jugar por primera ver con un muñeco me le acerque apresuradamente y le pregunte:
-¿Qué tiene señor Jonriberto? Lo noto un poco preocupado.
Este me respondió de una manera silenciosa, casi que ente susurros:
-¡joven los muñecos no están en su lugar! El señor Carlos se molestara cuando vea este desastre.
A lo que respondí: ¿Cómo habrá pasado esto? ¡No se preocupe lo ayudare a ordenar todo! Aun hay tiempo.
Los dos procedimos a levantar los muñecos y a colocarlos en su lugar, era un arduo trabajo, agotador y sobre todo algo complicado pero no imposible de realizar. Así pasaron horas sin descanso alguno para ninguno de los dos, consiguiendo un excelente resultado pero también un cansancio enorme. Ahora era cuando empezaba a entender porque tanto orden de parte de mi abuelo y padrino, por lo que decidí seguir sus ordenes de no jugar con los muñecos, por lo menos ese día.
Ese día al regresar a casa sentí la sensación o la necesidad de ir a la tienda de nuevo, presentía que algo pasaba, pidiéndole permiso a mamá regrese a la juguetería aun y cuando era de noche y todo se tornaba oscuro. Cuando llegue al lugar, note que la puerta de atrás estaba abierta y con mucho cuidado procedí a entrar a ver qué era lo que pasaba. Al llegar a la trastienda observe en un espacio de ella, un señor de edad sentado junto a los juguetes viejos que ahí se encontraban, pero como estaba oscuro no notaba distinguir quién era. Por un momento pensé que era el señor Jonriberto quien se encontraba aun en la tienda, pero su cabello ya pintaba algunas canas lo que me dio a entender que no era el transformador de muñecos. Di tres pasos con la intención de acercarme al mismo pero este al sentir el caminar se sobresalto, y buscando la forma de esconderse corrió hacia la sección de los muñecos de acción, yo con suma valentía corrí hacia donde se dirigía y este buscaba esconderse cada vez más pero no tardo mucho tiempo en que me diese cuenta de quién era aquella persona que estaba jugando con los muñecos. Sorprendido de ver a la persona que estaba enfrente a mí dije:
-¡padrino! ¿Qué hace usted aquí? A lo que él me respondió con voz temblorosa y confusa.
- solo vine a buscar mis llaves que las deje en la trastienda. ¿Tú qué haces aquí?
- estoy aquí porque tuve un presentimiento que me dijo que algo pasaría y me vi en la necesidad de venir, Pero padrino para buscar las llaves ¿acaso era necesario tocar? ¿No está prohibido según tu jugar con los muñecos?. Yo en ese momento me encontraba muy confundido, no encontraba respuesta a aquello que había observado, si siempre se me prohibió jugar, ¿Por qué ahora mi padrino lo hace?, este se sintió en la necesidad de explicarme todo y dirigiéndose a mi me explico lo que en aquel momento estaba viendo con las siguientes palabras:
- L a necesidad de ser un niño a veces escapa de nuestras manos, yo se que siempre te prohibimos jugar con los muñecos de la tienda, pero esto siempre lo hicimos con la mejor intención. Lo hicimos para que tu como lo hemos hecho yo y tu abuelo, sigas un camino o por decirlo así tenga una base en la cual puedas apoyarte el día de mañana. Solo queremos que lleves este lugar como lo hemos llevado nosotros, con orden, con respeto, colocando cada pieza en su lugar, cada muñeco donde va y haciendo satisfacer las necesidades del cliente.
- Padrino, pero no era necesario privarme de jugar con los muñecos de la tienda, no era necesario decirme mentiras, y no era necesario que demostraras ante mi otra cosa que realmente no eres. Carlos tú siempre me has enseñado a ser un joven de valores, a tener firmeza y sobre todo a ser quien soy, a ser yo mismo y a no decir mentiras y ahora me demuestras lo contrario.
- Hijo mío quiero que me perdones por todo el daño que te e causado, por las cosas de las que te he privado y sobre todo por haberte mentido, pero quiero que sepas que todo esto fue por temor a que no llevases o no siguieses los pasos de la familia.
- está bien padrino te perdono, pues si bien he aprendido algo es que todos cometemos errores en la vida y tenemos que aprender a perdonar. Abrazándolo con lagrimas en sus ojos marchamos de regreso a cada dejando cada cosa en su lugar.
A la mañana siguiente como es de costumbre me pare temprano, acomode mi cuarto desayune y marche a la tienda a ayudar a mi abuelo y al señor Jonriberto. Ese día el ambiente se tornaba pesado, lúgubre tenía algo de dolor en su aire. Así paso la mañana, en la tarde noto que mi padrino se siente mal, me acerque a él y le pregunte:
- ¿Qué tienes Padrino?, ¿te sientes mal?
- Hijo mi vista ya se torna nublada, mis piernas temblorosas, se que ya es el momento, siento que se acerca el fin, yo ahora debo marcharme, solo espero que tu sigas lo que dicte tu corazón y que cuides cada uno de estos espacios a ellos debemos la vida. A cada soldado que nos mostró la firmeza y la seguridad, a cada muñeca de porcelana que nos dieron a entender la delicadez con que se deben tratar las cosas estos muñecos que con dificultad se venden nos enseñaron la dedicación y el esfuerzo que hay que hacer, por ellos ofrece un descuento del 10°/°.
En este momento mi padrino fue interrumpido por el llanto de Jonriberto quien se encontraba en una esquina de la trastienda y el cual hacia su llanto mayor a cada momento, su desesperación se notaba por los movimientos que daba de un lado a otro esperando el fin de mi padrino, quien no quiso la atención medica pues sabía que su destino era morir. Mi padrino al ver el sufrimiento de Jon, lo llama y pide su mano y al tenerla le dice que cuide de mi y que sea como fue con nosotros, esto apresuró el fin de mi padrino, el cual expiro al culminar las palabras. Lagrimas brotaron de mis ojos y colocando mis manos sobre los suyos los cerré con delicadeza y broto una lagrima de sus ojos dándonos la señal del adiós.
Entre tanto dolor Jonriberto y yo nos abrazamos y llorando exclamamos las siguientes palabras:
-¡se ha ido, estamos solos! ¡Estamos solos!
Este momento jamás se me olvidaría y entre tanto dolor y llanto señalando con el dedo las muñecas de porcelana, los soldados y los juguetes que tardaron en venderse y dije: ¡Regrésalos a su lugar! Ahí es donde deben estar

Elaborado por:
Hidalgo Carlos
5to A

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